22 de marzo de 2012

Los orígenes


En el momento en que se origina la vida humana ocurre un fenómeno único de magnitudes extraordinarias. Incomprensible. Algunos asocian este hecho con la fe y determinadas religiones o dioses que nos ponen de cara al dominio en que habitaremos. Cabe aclarar que hago referencia con la denominación dominio, a los lugares y conjuntos donde se ponen en juego la exploración de las diferentes interacciones entre los habitantes que tienen cierta conexión común.
¿Cuáles son los orígenes a los que aquí se alude? ¿Qué hay de extraordinario y maravillo en ellos?
El momento de la concepción del ser humano es diferente al momento del nacimiento pero ¿Cuál es el origen? ¿Qué tiene esto que ver con el amor? Y mas aún ¿con el amor como generador de posibilidades?
El origen es una de las tantas obsesiones del hombre cuando se pregunta por los fenómenos del universo. La ciencia moderna ha constituido una herramienta extraordinaria para que el hombre pueda ir en busca de hallazgos que respondan por fin a sus intrigas. Los dioses primero, luego los credos monoteístas y en la modernidad la ciencia han respondido, no siempre de forma convincente, desde diferentes paradigmas los milagros de la vida. El amor parece también constituir ese grupo selecto de intrigas permanentes que desvelan al hombre.
Pero ¿estamos aquí en busca del origen del amor? No. La intención está en querer decir e hipotetizar a cerca de la relación que creo, con pocos fundamentos, hay entre el momento de concepción, los meses de gestación del feto humano, el nacimiento, la relación con el mundo presente y el abandono del mundo terrenal. Dice Maturana “No es merito mío, ser lo que soy, es solo un regalo de la existencia; nada de lo que tengo me pertenece y solo me cabe estar agradecido”[1]. Es decir nos podríamos preguntar entonces ¿Por qué yo? Que quizás es la pregunta que nos vincula esencialmente con el origen de nuestro ser. Dice Heidegger, “la comprensión del ser constituye el problema fundamental de la metafísica en general. ¿Qué dice ser? Es, sin mas, la pregunta fundamental de la filosofía.[2]
Pero intentaré no caen en la tentación de conducir las aguas hacia viejos ríos sin cause, ya que ello se convertiría en un laberinto muy difícil de sortear.


[1] MATURANA, Humberto. Op cit. Pag 40.
[2] HEIDEGGER, Martín. El problema de la trascendencia y el problema de ser y tiempo. Traducción Pablo Oyarzun Robles. Pag 3. 1928

1 comentario:

LAO dijo...

El vivir intensamente el presente sin cuantificar el tiempo, lo cual incluye la valoración de lo que te rodea, te regala sentir la eternidad, te lo digo yo que tengo 65 años y me siento completo. Siempre habrán nuevas puertas que abrir. Muchos saludos.

¿mear ansiedad?

antes de terminar de mear tiro la cadena corre el agua me ayuda a seguir meando sigo y veo el agua del inodoro sigue...