26 de octubre de 2010

“Eternos amigos”


¿Hace cuanto que no llovía así un domingo?
Me pregunte al despertar.
Un domingo de esos en los que aun me continúan
Hablando las palabras.
Esos domingos eternos,
Eternos de soledad y de encuentro con el afecto,
Solo que este domingo, llovía.
¡Hermosa lluvia dije!
Como si las lluvias fueran a poder decirse como son.
Solo podremos decirnos que son.
No iba a durar mucho, pero para mi era eterna.
¡Que importa la eternidad!
Quien podrá decir que es eterno,
esa lluvia era eterna, sostuve.
Aun así sospeche, que podía ser ella cuando quisiera,
Y me animé de a poco a comprobarlo.
Algunos mates me fueron poniendo en media mañana,
seguía viéndola por la ventana.
Aun no me animaba a ser ella.
Cuando lo decidí, me dio su bienvenida.
Casi siempre da bienvenidas,
Solo que esta ves, fue diferente.
Humedecido ví el cielo sonreír.
Cuando muchos podrán decir que llora,
Que es el llanto que llega al suelo,
Que penetra en la tierra.
Yo estaba ahí, en el abrazo, profundo y eterno
del cielo y la tierra.
Amistad, empatía, Pasión desbocada
Sonrisas eternas cómplices de un amor perpetuo.
Quise quedarme allí, pero supe sería en vano,
eso les correspondía,
no importaba demasiado mi presencia,
y eso me alivió.
Supe que solo podía contemplar,
Y eso ya suponía ser demasiado,
Para cualquier mortal.

“Un día tuve un sueño”


Un día tuve un sueño,
soñé que nacía,
que despertaba,
que huía de un abrazo,
que me escurría por senderos a los que temía.
Ese, no fue solo un sueño, fue el sueño de mi despertar, fue el momento inaugural, fue mi descanso en la lucha.
Aun hoy, si cierro los ojos, puedo entrar allí, siento la respiración de aquel caballo que me transportaba, siento la humedad y el calor agigantado por del monte junto al arroyo, siento el rocío en mis pies, siento el peso de la mochila y la incomodidad de la pequeña montura.
Hoy podré decir, que el monte, el arroyo y la mañana me vieron nacer y transitar por algún tiempo, la picada que me conducía al encuentro de compañeros.
En alguien se fue ese sueño, y en alguien vivirá ese momento.

15 de octubre de 2010

El fenómeno que aun me asombra


Algunos días, en los cuales encuentro una ficción que rodea gran parte de mi, y cuya función pareciera ser despertarme, alertarme, o quizás solo sorprenderme, me encuentro arrastrado hacia esa especie de fenómeno que considero todavía innombrable. Aun así me asombra, es posible que no sea poca cosa.
Aun me asombra, el rocío de las mañanas deslizándose por las hojas y los tallos.
Aun me asombra, tener que esperar afuera.
Aun me asombra, escurrirme por el dolor.
Aun me asombra, lo veloz que puede ser la vida.
Aun me asombra, las voces de algunos ancianos, hasta la emoción.   
Aun me asombra, la violencia hacia ellos.
Aun me asombra, la oscuridad en medio de tanta oscuridad.
Aun me asombra, mirar fijamente las estrellas.
Aun me asombra, la lluvia y sus olores.
Aun me asombra, el sabor del mate después de lavarme los dientes.
Aun me asombra, la experiencia de la espiritualidad en la carne.
Aun me asombra, el susurro del silencio en mis oídos.
Aun me asombra, el tremendo poder de la pasión.    
Aun me asombra, el miedo repentino a la muerte.
Aun me asombro, ¡si aun me asombro de mi mismo!, y cuando ya no, será que tampoco el resto de la ficción. 

¿mear ansiedad?

antes de terminar de mear tiro la cadena corre el agua me ayuda a seguir meando sigo y veo el agua del inodoro sigue...