El
nacimiento es el origen del cachorro humano en el dominio terrenal, el segundo
origen. Aquí también aparece el encuentro de dos dominios que confluyen
momentáneamente para traer hacia el terrestre una vida abandonando el dominio
de la gestación. Otra vez las metáforas de encuentro y abandono.
La
madre queda agotada luego del parto. Se agotan los esfuerzos y los pujes, los
gritos y los llantos, las risas relajan y reconfortan finalmente a la esforzada
madre. Las horas siguientes y en los días posteriores, en la madre ya con su
bebé en brazos, comienza a suceder un reacomodamiento de las funciones que se
habían activado como consecuencia de los meses que gozaba alojando otro cuerpo dentro de su cuerpo. Sus
segregaciones glandulares, hormonales y preparación psíquica entre otras
funciones, comienzan a reorganizarse a sincronizarse y armonizarse nuevamente,
como consecuencia de una nueva etapa de preparación materna terrenal. Pero
también sufre un gran vacío en ausencia del principal habitante del dominio de
la gestación ya que concluye la etapa de embarazo. Es decir que aquí también
aparece la metáfora del abandono.
Este
momento inaugural marcará; hará mella en el psiquismo primario o primitivo del
ser que acaba de nacer. Tal vez por ello parecieran resultar tan importantes
las condiciones en las que pueda producirse el parto. Ya que se entienden por
ellas, condiciones que van a condicionar el posterior desarrollo del infante y
luego del adulto. Lo va a condicionar es decir le va a dar condiciones, no
determinar. No lo va a determinar de allí y para siempre. Dependerá de sus
practicas sociales reafirmar o no estas mellas. Aquí aparece el lugar de la
familia como espacio de socialización primario. Aunque en cierta medida la
familia constituye la apropiación legitima e institucional de los sujetos por
parte de la sociedad. Un hijo para algunos pueblos originarios de Sudamérica,
primero es hijo de la comunidad que como tal debe ser cuidado por ella, en
segundo plano queda la familia.
Estos
primeros momentos son cruciales ya que el recién nacido abandonó un mundo
predecible, seguro y confortable por otro que es, en principio, desconocido y
que encarna múltiples posibilidades. También la vulnerabilidad e inestabilidad
aparecen con mayor intensidad produciendo temores reales y/o imaginarios.