Aquello que bucea,
que ya no ostenta ascender,
pero,
tampoco
se preocupa por descender,
solo así se transita.
Alli me atrevo a desterrar mi soledad,
a suspender la incomodidad,
a renunciar a toda castidad,
pero también a la prevención.
Allí,
solo hay un modo de vida.
No una oscilación entre,
sino;
sino
un abismo genuino,
capaz de ensayarse,
capaz de parcelarse,
como retazos de pétalos,
como hilos de viento
o
como espinas de sangre.