Los
muros están aquí.
La
luz espera.
Algunos
transeúntes se atreven a desafiar su espesura. Otros ya han renunciado.
Los
muros siguen aquí.
Los
miedos son edificados, y ellos también edifican. A cada paso, la movilidad, la
delgada piel de nuestra oscuridad. Alumbrada, transparentada.
Los
muros están aquí.
Casi
ocaso de una tarde enmudecida, bajando y subiendo. Muda e invisible, como
nosotros.
Los
muros siguen aquí.
Corro,
transpiro, huyo. Ni siquiera me siguen pero los siento, no se esfuerzan pero
están. Nos volvimos invisibles me digo, luego grito. Me miran al oírme, pero no
me ven. Retumba. Pero los muros, los muros siguen aquí.
Ya
no me pregunto ¿Por qué? ya no quiero saberlo. Ni necesito explicárselo a
nadie, nadie los ve. Tampoco yo. Son endebles pero están. En presencia de tu
ausencia están. Se sienten. Tienen presencia. Ellos irrumpen y persiguen.
Esos
siguen aquí.
Esos
que separan sin sentido, que ausentan, que nos desconocen, que desorientan, que
entorpecen, que suponen, que ignoran, que niegan al otro, que suspenden
intenciones, que atrofian, que engañan, que acusan, que insensibilizan.
Esos
que gratuitamente pero con labor, muchos proponen con sus opiniones, día tras
día.
Esos; esos muros, siguen aquí.
2 comentarios:
Es cierto Deme lo que dice tu buena poesía. Casi diría que los muros son parte de la naturaleza humana, convivir con ellos requiere cierta complejidad....¡muchos saludos saltando el muro que es buen ejercicio!
La piedra ha sido edificada, ya no hacen falta constructores, sino escultores.
Convivir con o sin ellos, requiere saltarnos a nosotros mismos como (ser, humanos, animales, hombres) eso que yo por lo menos no sé muy bien que es.
Graxias Lao, siempre palabras.
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