18 de julio de 2011

¡¡Bienvenida Crisis!!


¡¡Bienvenida Crisis!!
¿Disculpe, se queda a almorzar o a vivir?

Los cambios, que intuyo se produjeron dentro de estos seis dominios dieron origen a la condición tardomoderna. Lo imaginario y lo real en la condición que nos antecede se mantenían separados, operando diferenciados, actualmente son pareja por herencia pero son infieles, se corrompen, se engañan, insisten en camuflarse y simularse. Lo mismo sucede con el espacio y el tiempo, en la modernidad (la era de la espacialidad) se mantenían bien definidos, en orbitas diferenciadas. Ahora bien, la condición que irrumpe en la vida social y da surgimiento a una nueva forma de estar en el mundo, es la corrupción significativa de lo imaginario en cualquiera de los dominios. En la condición tardomoderna el discurso que sostiene el significado imaginario de la espacialidad, se altera. El espacio virtual simultáneo corrompe de manera irremediable la significación que poseía para el sujeto moderno, lo espacial.
Esta irrupción del espacio virtual, a modo de ejemplo, le quita potencia imaginaria al significado moderno de espacio, al sentido que este poseía para el sujeto. Porque de manera simultánea hoy, se pueden habitar dos o más espacios en un mismo tiempo, por ende también la significación corporal cobra otra dimensión, justamente porque el cuerpo ya no es una condición necesaria, definitiva o indispensable para habitar el espacio, lo que si está es la producción del efecto, hay efecto, por ende hay presencia, y esta presencia es virtual, ya no corporal
Esto deviene crisis profunda de comprensión imaginaria, o sea que el dominio imaginario es de repente virtualmente transformado. Tal vez lo imaginario, aquello que sostenía la ilusión de un modo de realidad, sea el dominio mas alterado; sin animo de convertir en univoco este escueto pensar, una frase me llevó a reflexionar sobre esta transformación, nunca el automóvil actual fue mas rápido que el automóvil de principios del siglo XX, por un posible entendimiento, ambos fueron propuestos para sus contemporáneas comprensiones imaginarias, por lo tanto concibo la reacción de aquel sujeto del mismo modo que ocurre en el hombre actual. Es decir la potencia imaginaria que tuvo aquel impacto, puede trazar un paralelismo, para enunciar el modo en que aquella constitución subjetiva era movilizada por tamaña transformación, en el hábito de la velocidad.   
De repente, el tiempo esta puesto en jaque en nuestra nueva condición. Que se entienda que lo que se pone en jaque es la significación imaginaria, la potencia de ello, el sentido que ello posee para la constitución subjetiva actual, en cualquiera de los seis dominios. Como señala Lewkowicz “el tiempo es un modo de ligadura. Si se asume el fluido (como condición de época), otras situaciones desligadas de la actual no son pasadas ni futuras sino meramente otras. La ligadura temporal opera solo en la cohesión: la dispersión es atemporal”…. “sin operación cohesiva, no hay tiempo sino pura velocidad”….”la velocidad real no solo liquida el tiempo sino también el espacio”. El tiempo socialmente hablando, nos permitió, ordenar nuestro modo de existencia, si ya no liga, si ya no cumple la función para la cual fue pensada, si ya no ocupa un lugar definido por sus usuarios, si su sentido fue desplazado, es decir sino opera en las mismas condiciones, entonces ¿Qué será del tiempo?
El ordenamiento del significado imaginario de tiempo en el sujeto actual, necesita una adecuación. Adecuación que se dirime entre lo real y lo imaginario. Si la irrupción en los límites, en el plano de la comprensión imaginaria del tiempo logra ser puesto en la orbita de la realidad cobrará posiblemente mayor potencia, cosa que ya sucedió con el espacio.
El desafío en estas páginas ha sido poder encontrar alguna apreciación que nos conduzca a pensar nuestra constitución subjetiva en crisis. Lo que entra en crisis es la representación lógica de la conciencia del mundo, ya no podemos interpretar el mundo con los mecanismos lógicos que nos había sugerido la modernidad, esos mecanismos, por lo menos, son insuficientes. Si esa observación o interpretación se produce de manera violenta, si surge una apropiación violenta de la realidad nos conducirá a un materialismo a ultranzas, algo así como el padre nuestro del positivismo, lo cual agotará las posibles apreciaciones sensibles de los mundos que coexisten en las cosas.
El reto aquí consistió en recuperar la posibilidad de creación como un acto de pasión, de romance, de encuentro con el deseo. Romance que vibrará  comenzando a ocupar un lugar en nuestra concepción como seres de la interpretación. Romance que nos posibilitará reconocer el mundo de la “ilusión imaginaria” como aquello que es parte de las cosas, y que la materialidad a puesto bajo cerrojo su acceso. Reconocernos como sujetos de la interpretación, será poner en jaque la dimensión racional como único modo de acceso al mundo de la conciencia.
Como ya he mencionado, el dominio mas alterado en este pasaje a la modernidad tardía, liquida o dilatada, en término del autor, es el de lo imaginario. El instante imaginario ha resultado trágico, ha resultado ineludible para la constitución subjetiva actual.

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