quieta está mi
pena,
quieta como una
hoja al percibir su caída
quieta y en
escamas,
se trizan sus
sabores
quieta y en
ronquidos taciturnos,
como doblegados
en sus sueños
quieta como la
espesura,
de un almíbar
lento
quieta y falsa realidad
que alguien
imaginó por ella
si una verdad
existiera cierta vez,
se alejaría
lentamente,
quieta,
pero movediza.
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